
Sí, yo se que prometí
que no lloraría más,
mi pena hundiría
en el más profundo mar.
Pero, si hasta la leche escurre
del amoroso pecho de la madre,
si de las heridas brota la sangre
y los inmensos ríos se desbordan;
¿Por qué no podrán rodar
sobre mis mejillas hoy,
gotas de mi angustia
lágrimas de mi dolor?
¿Acaso estas te ofenden señor?
Dime si con ellas te he faltado,
Di ¿cómo puedo evitar el llanto,
qué hacer para que no duela tanto?
Y si a tu voluntad
insistente me niego
e injusta reniego,
de mi, ¡oh Dios, ten piedad!