Solía escribirle al amor,
a ese que endulza, que abraza
que distrae la mente, ilusiona
y llena de esperanza el corazón.
Le escribí muchas veces
al cruel y hostil desamor,
ese que lastima sentimientos
y da lecciones al pobre corazón.
Algunos versos dedique
a la amarga soledad,
a la tristeza y a la rabia
que con el duelo van.
Dirigí algunas letras
a los bellos paisajes,
a los placeres naturales
y los momentos gratos.
Escribí a la memoria
de los que ya no están,
me despedí de momentos
que jamas volverán.
He dicho en mis letras
lo que ha callado mi voz,
he expresado sentimientos
que alberga mi corazón.
Es posible escribir
de todo cuanto hay,
incluso de lo absurdo
y de aquello que no esta.
Se escribe así como se pinta,
de la misma forma que se crea
se transforma, se baila o se canta,
pues el artista por doquier ve arte.
Escribir entonces es mi pasión,
lo hago en la tristeza y la alegría,
le escribo a la dicha y al dolor,
porque la vida misma es una poesía.