Te veo ahí, de pie,
inquebrantable,
firme como un roble.
Se lo que hay
tras la corteza rugosa.
Conozco a detalle
tus áreas
de madera fina,
dulces frutos, hojas secas.
Conservo el recuerdo
de tranquilos veranos
bajo tu sombra,
acariciando tus cicatrices
admirando tus flores,
cuidando tus hojas.
Abrazados,
en las duras tormentas
y helados inviernos.
Juntos,
unidos y fuertes
no pasamos frío.
Sin embargo,
tus brazos abiertos,
así como abrazan
también
hostiles se apartan.
El amor que entrego
te parece poco,
lo que ofrezco
no alcanza.
Tu mirada profunda,
expresiva, insatisfecha
siempre me rompe.
Te veo ahí
tan fuerte, firme y seguro,
tal como un roble.
Me pregunto con dolor:
sí debiera quedarme
abrazarte fuerte,
echando raíces a tu lado,
en el mismo suelo,
entrelazando nuestras ramas.
O por el contrario,
me marcho y te libero
de mi amor insuficiente,
el que ofrece
todo cuanto tiene
y tú no lo sientes.
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