Por Diana Zepeda
A veces tengo miedo,
miedo de que la muerte
me separe de ti.
Convertirme en nada,
y no estar mas junto a ti.
Miedo a que te vallas tu
a un lugar lejano y desconocido
inaccesible para mi.
Miedo a quedarme sin ti
de cualquier manera.
Nos hemos prometido
un amor eterno,
olvidando que somos
tan solo temporales,
marcados con fecha
de caducidad.
Igual que las flores
nos llegamos a marchitar,
podemos brillar, florecer
y sin embargo
es nuestro destino perecer.
Pido a Dios
que allá en lo lejano,
en la eternidad,
en otra vida,
en otro tiempo quizá
nos permita
volvernos a encontrar
y ser de nuevo
lo que fuimos:
esposos, padres, hijos,
hermanos o amigos,
y sin ofenderle
en lo absoluto,
con toda el alma
volvernos a amar.
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