Por Diana Zepeda
Fotografía: Natalia Rujana
De nuevo, como es lo habitual
en la vida, he vuelto a tropezar.
Me he topado tan duras rocas
y he caído al suelo sin luchar.
Al abrir las puertas del armario
saltaron los defectos olvidados,
temores secretos y escondidos
me fueron de pronto revelados.
Encontré sueños rotos en el cajón,
vi tras la cortina una mentira,
excusas por toda la habitación,
bajo la cama, culpas y rencor.
La pared, la silueta dibujaba
de mi oscura y grande sombra,
y finalmente, frente al espejo
tan solo la que soy, se me mostraba.
No quise ver mi reflejo todavía,
coloqué todo en mi equipaje
dejando la habitación vacía,
con las reliquias me fui de viaje.
Únicamente allá, en soledad
dejé ir lo que no necesito más.
Adiós rencores y limitaciones
ahora pueden volar en libertad.
Y sin nada mas que un espejo
y una habitación que decorar
vi entonces a la mujer que soy
y sin duda, la he vuelto a amar.
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